DÍA INTERNACIONAL DE CONMEMORACIÓN Y HOMENAJE A LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO

En la ciudad de Cartagena (España), se celebró el acto del Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo, que se celebra el día 21 de agosto.
Naciones Unidas indicó que ayudar a las víctimas es ayudar a la sociedad para poner fin al terrorismo. La Asamblea General, en sus resoluciones (A/RES/66/282, A/RES/68/276 y A/RES/72/284) que se establecieron como resultado del Examen de la Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el Terrorismo, destaca el importante papel de las víctimas en la lucha contra el terrorismo y la prevención del extremismo violento, a la vez que reconocen y defienden sus derechos humanos. Así mismo, establecen que construir resiliencia en las víctimas y sus familias mediante la provisión de apoyo y asistencia adecuadas inmediatamente después de un ataque y en el largo plazo, es el primer paso para reconocer que las víctimas son menos vulnerables a los impactos del terrorismo y pueden sobrellevar, sanar y recuperarse rápidamente después de un ataque.
El proyecto de resolución sobre la mejora de la cooperación internacional para ayudar a las víctimas del terrorismo (A / 73 / L.88) reconoce específicamente este hecho, es decir, la importancia de que las víctimas se recuperen en pro de una cohesión social de la sociedad.
Por ello, en el segundo año de celebración del Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo (A/RES/72/165), el tema principal se centrará en la capacidad de recuperación de las víctimas y sus familias: cómo se las han arreglado y qué han hecho para transformar sus experiencias, ayudando así en su curación, su recuperación, y su fortalecimiento y unión en contra del terrorismo.
El acto de homenaje se llevó a cabo bajo la iniciativa de la Fundación de Victimología en el monumento denominado El Zulo, una escultura de bronce de Víctor Ochoa que está expuesta desde 2009 en la explanada del puerto de la ciudad española de Cartagena (España) en homenaje a las víctimas del terrorismo. La obra, en la cual la historiadora del arte Ana María Preckler (2003) apreció una «factura miguelangelesca», posee una altura de 5 metros y 2,5 toneladas de peso, y representa a un hombre desnudo y sentado en actitud de reflexión, cabizbajo y abrazándose las piernas, casi en posición fetal.