SEMINARIO DE ESTADO DE DERECHO, JUSTICIA Y SEGURIDAD

Sensibilizar a la sociedad y a los poderes políticos para que las personas víctimas del delito sean atendidas de forma integral y que se cumpla la legislación en esta materia, son algunos desafíos que enfrenta la victimología, ciencia que surgió a mediados del siglo pasado y que está tomando fuerza en las licenciaturas de todo el mundo.

Lo anterior lo expresó el Presidente de la Fundación Victimología, España, doctor Emilio José García Mercader, al hablar sobre el estado actual de los derechos de las víctimas, apoyos y protección, así como sus retos y desafíos, en el marco del Seminario de Estado de Derecho, Justicia y Seguridad, organizado por UDG Virtual, de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y celebrado en el Edificio Garibaldi, su nueva sede.

“Aún existe un vacío, a pesar de que se ha adelantado mucho en el tratamiento a las víctimas. Hay una legislación, y se ha aprobado en los congresos de muchos países una Ley de Atención a Víctimas del Delito, ahora hace falta que todos esos aspectos y derechos de las víctimas se vayan complementando, haciendo una política adecuada. El trabajo que sigue, para los próximos años, es que se cumplan, dotándolas de medios profesionales, económicos y que en todo momento puedan darle soporte a nivel jurídico, psicológico y social, para que la víctima se vuelva a reintegrar en la sociedad”, dijo.

Apuntó que lo que se pretende es informar, que los estudiantes conozcan de qué manera se puede tratar de forma integral a la víctima de cualquier tipo de delito o atentado contra sus derechos humanos.

“La Organización de las Naciones Unidas y la Unión Europea señalan  que hay que preparar a todos los profesionales que trabajan con la víctima para evitar una victimización secundaria. Las universidades tienen un papel importante porque pueden evaluar resultados, hacer programas de prevención y formar a quienes van a trabajar con las víctimas”, agregó García Mercader.

El Subdirector del Centro de Evaluación e Investigación Psicológica, maestro Mario Alberto Esparza Zamora, dijo que cuando niños y adolescentes se ven inmersos en dichos casos se debe a que detrás de eso hay un contexto que falta a la congruencia.

“Hay una paradoja social en la que no se les está dando a los menores las herramientas, pero cuando cometen el error se les castiga como si ya se les hubiera dado. Tenemos un contexto social que favorece la individualidad, la competencia y el egocentrismo. El adolescente no está aprendiendo a cooperar, el único referente que tiene es el de él”, explicó.

Una de estas herramientas es aprender a decir que no a la autoridad. Detalló que cuando son niños, los padres son las figuras de autoridad y en la adolescencia son sus pares o amigos; esto permite que el joven tenga el poder de rechazar aquello a que lo incitan, o lo presionan a tener conductas nocivas, como consumir drogas o entrar al crimen organizado.

Esparza Zamora recordó que a partir de los 12 años se consolida la parte ejecutiva del cerebro, es decir, la que emprende acciones violentas, y no es hasta los 21 años cuando el cerebro termina de madurar, a la par de hacer plena conciencia de lo que implica la alta violencia.

“Por eso es común encontrar a jóvenes que estén pocos conscientes en el daño moral de sus actos”, explicó.

Para ello, exhortó a que desde pequeños se les inculque los valores y alcances de las decisiones, porque el cerebro del niño sí puede asimilar y apropiar la información y no se pierde con la inestabilidad del adolescente.

A esta situación se le añade una serie de factores de riesgo, que fueron señalados por el Jefe del Departamento de Psicología Básica del CUCS, maestro Francisco José Gutiérrez Rodríguez.

“Hay tres tipos de factores de riesgo: los individuales, entre los que están el déficit de atención, la hiperactividad, el trastorno de conducta, la delincuencia, el consumo temprano de alcohol, drogas y tabaco; nivel intelectual bajo, y desempleo. Los factores de relaciones cercanas son la escasa supervisión de los hijos por los padres, prácticas disciplinarias severas, relajadas o incoherentes, vínculos afectivos deficientes, escasa participación de los padres en las actividades de los hijos o situaciones de delincuencia de los padres”, describió.

Otros factores de riesgo que mencionó tienen que ver con la comunidad, como lo son las pandillas y el tráfico local de drogas ilícitas, el acceso a las armas de fuego, la pobreza y la poca calidad de la gobernanza.

Gutiérrez Rodríguez mencionó que en México hay más de 2 millones de niños maltratados y 5 millones en situación de calle. Todos los factores antes mencionados influyen en que el adolescente o niño se vea conducido al camino de la delincuencia.

El Presidente de la Décima Sala Especializada en Justicia Integral para Adolescentes y Penal, magistrado José Antonio Fierros, expresó que actualmente se busca analizar con detenimiento los casos para conocer el tratamiento del menor que incurrió en un delito.

“Tendrán que analizarse de inmediato las causas que generaron la conducta que puede ser tipificada como delito. Hay que ver cómo vive, en qué trabajan sus padres, sus familiares, cuáles son sus antecedentes penales. La mayoría de los menores de edad que tienen esas conductas devienen de familias disfuncionales”.

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